Dietas para Diabetes: Qué Comer y Evitar
Dietas para diabetes: qué comer y qué evitar. Manténgase al tanto de todo en la publicación de hoy.
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Gracias a una dieta equilibrada es posible reducir el consumo de alimentos con carbohidratos simples, como la miel y el azúcar refinada; rico en harinas refinadas, como pasta y pan; grasas, como mantequilla y frituras; y proteínas como huevos, quesos y carnes.
Recordando que comer este tipo de alimentos en exceso puede aumentar la glucosa en sangre, y en consecuencia, se produce un desequilibrio de la diabetes. Y eso no es lo que queremos, ¿verdad?
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En las dietas para diabetes lo mejor es aumentar el consumo de alimentos ricos en fibra, como verduras frescas, cereales integrales y frutas sin pelar.
Sin embargo, a pesar de ser alimentos saludables, deben consumirse con moderación, ya que también contienen carbohidratos, y su exceso puede aumentar el azúcar en sangre.
Asimismo, se debe dar preferencia a la ingesta de grasas saludables, como el aceite de oliva, y carnes magras, como el pollo y el pescado blanco.
Asimismo, se recomienda que las personas que padecen diabetes realicen de 4 a 6 comidas al día, con intervalos de 2 a 4 horas, para evitar la hipoglucemia, que ocurre cuando los niveles de glucosa en sangre son demasiado bajos y pueden causar desmayos, mareos e incluso convulsiones.
También es importante señalar que el paciente con diabetes debe iniciar la actividad física dentro de las 2 horas posteriores a las comidas. Con esto, puedes evitar la hipoglucemia.
A continuación profundizaremos en el tema. Mira cómo es posible tener una mejor calidad de vida gracias a las dietas para la diabetes. ¡Seguir!
Alimentos que deben ser priorizados
En la dieta para la diabetes se debe dar preferencia a alimentos ricos en proteínas magras, fibras y grasas buenas, como:
- Legumbres: Lentejas, habas, soja, guisantes y garbanzos;
- Granos integrales: arroz, pasta integral, copos de avena, harina de trigo integral y quinua;
- Frutas en general: Se debe dar prioridad a las frutas frescas, enteras o en trozos, piña, naranja, pera, mandarina, papaya y durazno;
- Verduras en general: Tomate, rúcula, lechuga, calabaza, judías verdes, acelga y cebolla;
- Carnes magras: Carne bovina magra (patito y músculo), pescado blanco y pollo;
- Semillas oleaginosas: Cacahuetes, avellanas, nueces, castañas y almendras;
- Grasas buenas: Aguacate, coco, mantequilla y aceite de oliva virgen extra;
- Leche y derivados: Elige versiones sin azúcar añadido y desnatados, como yogur natural desnatado, leche desnatada, ricota y requesón.
Cantidad recomendada de fruta
Aunque es un alimento muy saludable, las frutas deben consumirse en porciones pequeñas para quienes padecen diabetes, ya que contienen azúcar natural.
Por ello, los expertos recomiendan el consumo de 1 ración de fruta por comida, que se puede realizar de la siguiente manera:
- 2 rebanadas delgadas de frutas grandes, como papaya, piña, melón y sandía;
- 1 unidad mediana de fruta entera, como plátano, pera, manzana, naranja y mandarina;
- 1 puñado lleno de frutos pequeños, que serán unas 8 unidades de cerezas o uvas;
- 1 cucharada de frutos secos, como albaricoques, pasas y ciruelas pasas.
También es importante evitar el consumo de frutas junto con otros alimentos ricos en carbohidratos, como dulces, pan, arroz blanco y tapioca.
Alimentos que se deben evitar
Principalmente los alimentos ricos en carbohidratos y azúcar deben evitarse en las dietas para diabéticos. Vea algunos a continuación:
- Mermeladas, confituras, mieles, confitería y pastelería y jaleas de frutas;
- Azúcar, dulces, chocolates y golosinas en general;
- Bebidas azucaradas. como jugos industrializados, refrescos y bebidas de chocolate;
- Carnes procesadas como tocino, pechuga de pavo, chorizo, jamón, salami y mortadela;
- Tubérculos en general, como ñame, boniato, papa y yuca;
Cabe mencionar que la papa yacón, a pesar de ser un tubérculo, es rica en fibras prebióticas y baja en calorías. Esto ayuda a controlar y bajar la glucosa en sangre.
De esta forma, puede ser consumido sin preocupación por personas diabéticas.
Y no podemos dejar de mencionar que siempre debes leer las etiquetas de los productos antes de comprarlos y consumirlos.
En algunos casos el azúcar puede aparecer oculto bajo nombres como fructosa, maltosa, glucosa, glucosa o jarabe de maíz, maltodextrina o azúcar invertido. ¡Este atento!
Otros hábitos saludables
Además de las dietas para la diabetes, también es fundamental adquirir otros hábitos saludables para tener un mejor control de la enfermedad. Vea algunos ejemplos a continuación:
- Reducción del estrés: El manejo del estrés es crucial, ya que puede afectar los niveles de glucosa en sangre.
- Control de la presión arterial: Mantener la presión arterial bajo control ayuda a prevenir complicaciones cardiovasculares.
- Actividad física regular: Practicar ejercicio regularmente mejora la sensibilidad a la insulina y el bienestar general.
- Evitar el alcohol: Limitar el consumo de bebidas alcohólicas reduce riesgos adicionales para la salud.
- Eliminación del tabaquismo: Dejar de fumar disminuye el riesgo de complicaciones asociadas con la diabetes.
Chequeos médicos regulares: Realizar controles médicos periódicos permite un monitoreo adecuado de la enfermedad y detección temprana de complicaciones.
Conclusión
En resumen, tomar decisiones alimenticias adecuadas es fundamental para gestionar eficazmente los niveles de glucosa en sangre, lo cual es especialmente importante para quienes buscan mejorar su salud general.
Al optar por alimentos ricos en nutrientes y bajos en carbohidratos refinados, se puede no solo controlar el azúcar en sangre, sino también facilitar la pérdida de peso de manera saludable.
Este enfoque nutricional ayuda a prevenir complicaciones asociadas con enfermedades metabólicas, como la diabetes tipo 2 y enfermedades cardiovasculares.
Además, una dieta equilibrada contribuye a mantener un peso corporal saludable, lo que reduce el riesgo de desarrollar diversas condiciones médicas.
Al incorporar alimentos como verduras frescas, frutas, granos enteros, y proteínas magras, se promueve un estado de bienestar general.
Estos cambios dietéticos, junto con otros hábitos saludables como el ejercicio regular y una adecuada hidratación, pueden llevar a una mejora significativa en la calidad de vida.
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